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ATOYAQUENSE
Es aroma de café tostado, oliendo la vida, llenando recuerdos, natural costeño de infancia chirunda, Con bolillo en mano, comiendo relleno a orilla del rio, cual travieso niño siguiendo al hermano. Tantas sus maneras de expresar ideas como convicciones, machetes se afilan, cortando el abuso de aquellos que imponen duras condiciones. Nadie por valiente, nadie por ingenuo, armado a la Sierra regresar quisiera, es una costumbre saludar contento, tanta gente buena. También sabiamente, desbordan las aguas por generaciones, todo un pueblo atento, quitará el yugo de su firmamento. Mitos de ser flojos,hasta revoltosos no me han de dañar, soy atoyaquense, orgullosamente, labro a diario este cafetal. Está en mi recuerdo…
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LLORAR CON LAS CEBOLLAS
Sólo los cobardes lloran con las cebollas, Sintiendo la llegada del dolor expreso como un niño el llanto amargo que enjuaga la pena de saberte lejos, y en el extrañarte, voy dejando una a una como lluvia en cualquier terreno, sólo los cobardes palidecen al enfrentarse con las lágrimas abiertas al espacio, Yo también he pelado cebollas y he sido cobarde, solo ahora, he aprendido a llorar sin pensamiento, cuando el cauce de las aguas está limpio, sin obstáculos, el corazón se expresa y el llanto surge, aún de la alegría. GAPFER.
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TIEMPO AMOROSO
Voy por ti, al tiempo en que la tierra se agiganta, corriendo con paladar húmedo de ganas, en las constelaciones está el mapa, brillantez que guía mis pasos. Saltando de risa en risa, la felicidad anima nuestro encuentro. Ni el día ni la noche es larga, hay un tiempo atrapando el objetivo. Los altavoces acusan el próximo arribo, las maletas repletas de amor no son pesadas, los papeleos meros trámites se liberan escupiendo la ansiedad de las distancias. Heme aquí en este instante en que el pasado se entromete, haciendo efímero el presente, sin embargo cuando el tiempo es amoroso se resuelve. Al mirar tus ojos, los míos lloran y…