TEMPRANO EL JARDÍN
Temprano el jardín resuelve mis dudas botánicas,
conforta existencial momento,
alegran setos y flores, los frutos sus sabores.
Refrescantes aromáticas saludan,
bienvenida de olores recordando historias,
recordando amores.
Un verdor cubre el horizonte bello,
solamente los insectos conocen más las plantas,
yo leo los carteles.
Diversidad biológica formando un paraíso,
invaluable tiempo acogiendo sombra,
comiendo mango verde o maduro.
Aves cantando al que respeta su espacio,
generosas especies que comparten vida;
sin arrepentirme ahora mismo recuerdo,
dejar la cámara a propósito.
Encantado de no ver paredes grises,
abro bien los ojos.
Me baño en el amor de la naturaleza,
Dios de los misterios más profundos.
Absorto, Embelesado, en tal ambiente,
una iguana coqueta se acerca,
se ríe, me confunde,
me habla un lenguaje de amigos que entiendo.
Compartimos un mango y otro,
una charla sabia, quizás por lo increíble me siento briago,
ella se va tambaleándose, como arrastrando las patas.
A lo lejos oí decirme, “larga vida”.
Le agradecí en voz baja (como aprendí, es la única manera en que la comunicación es posible)
y me movió su cabeza sacando la lengua.
Recibí unas hojas que en mi hombro cayeron,
las ardillas bailaban jugando, aventaban todo.
Un almendrazo golpeó mi cabeza,
me reí con ellas, abrace el árbol por impulso
de despedirme amable,
me cobijó su sombra gratamente.
Las hormigas arrieras se formaban,
sus filas organizadas amenazaban,
era hora de partir, me dije,
les deje unas cáscaras de regalo,
los grillos me guiaron con sus cantos la salida.
Dos colibríes escoltándome,
hablaban del amor en el camino,
compartieron sus más bellas flores.
Nos despedimos sin decirnos frase alguna,
pero sentí la primavera,
extasiado disfrutando su poesía,
caminé tan lento que la luz ya era de luna.
Al llegar a casa no reconocí mi cara,
ni el cuerpo era el mismo,
tenía unas hojas tan hermosas de cabello,
unos ojos de fruta,
mis brazos enormes como ramas y en los pies,
como mis ancestros, raíces habían crecido.
GAPFER