UN CURIOSO CASO DE DESEO
Un curioso caso de deseo
Fernando Galeana Padilla.
En la novedad de lo cotidiano, aparece una imagen inesperada, suenan los tambores de la aldea, esa que se encuentra en el privilegio de lo natural, de lo espontáneo, de lo que irrumpe con todos los elementos.
Sigues la silueta perfecta en los temblores propios de la atracción que improvisa, sueltan los caballos la carrera por detener esas sensaciones que no suelen controlarse fácilmente.
Actúa la discreción, los dominados comportamientos, la caballería avanza, va tomando posiciones frente al desdén de la mirada que consume cada punto de detalle.
Nadie sabe lo que piensas, mueves el cuerpo en varias direcciones, juegas a reservarte la mirada y la atención donde no se perciba invasiva.
Te adentras en tu ser acariciando tus dedos de la mano que más sientes, de la que has imaginado tener el poder de acariciar, de penetrar, de jalar la intensidad de la vida.
Entre las poses de sociales reacomodos, las versiones más interesantes, las más nobles y llenas de calor humano, logras mantener tu control.
Alguien se acerca como típica imagen de un día de compras, la combinación de colores es absolutamente llamativo, ella sabe, en la mirada ríe, te ve como imaginación de un día feliz en su vida, siente la reciprocidad del atrevimiento, atraída por los instantes que no tienen nombre, nadie habla, tú mueves los dedos, sigues acariciándolos, rosan la espalda de ella, su desnudez, su lenguaje lascivo, te excita, te convence, llegas imaginando cómo has iniciado este rito exitoso, abres tus ojos para desconectarte y ahí está, junto a ti sonriendo, divertida, mirando tu expresión desconcertada, cómo si te hubiera descubierto.
En las paredes oxidadas de utopías contenidas, preservadas para grandes ocasiones, te desilusionas, apartas la vista con la velocidad exacta para no continuar un perverso juego, te rindes al ubicarte en la insospechada versión de está realidad empeñada a hacerte fallar el enfoque.