YO TAMBIÉN SOY LABERINTO
Ancestrales gustos inundan la comuna festiva, sistemática manera de perpetuar placeres, vamos detallando colores, figuras, añadiendo las especias milenarias, construyendo majestuosas esculturas.Disfruto y cocino las recetas de mi pueblo, contienen estelas de miel maravillosas, diversidad biológica, delicias regionales, encantadores poderes, populares rituales.Hay un concierto en el paladar reseñando la historia y la inmensidad del horizonte gastronómico. Cada aroma tonifica la alegría, ese olor a barro, a maíz cocido, humeante chocolate autóctono, del espumado molinillo conocido. En cada rincón surgen sinfonías, fandangos, mujeres, hombres, ritmos heredados, ambientes coloridos. Hacemos fiestas con comensales difuntos, degustamos sus platillos favoritos, todo es celebración, se ataranta la pobreza probando pan de muerto más bebida, aguantando lo que resta hasta la tumba. Solamente los fuereños esconderán sus comprensibles dudas, en estos escenarios mágicos. Nosotros somos de dos gritos que unifican: ¡Viva! Y ¡Muera! La abundancial esperanza y acabar al mal gobierno, en cada paso andado o desandado música de viento, celebramos lo que sea, todo es bueno, más si es dado. Quiero festejar contigo eso que somos, la diversidad más autentica que identifica, celebrar al paladar lo que quieras con tortilla, esos cubiertos inigualables, sabrosos, hechas a mano favorecen la enigmática sonrisa en la figura.Quiero ser generosamente guerrerense, mexicano, artesano del Mundo, no estereotipado, transformándolo, alcahuete de irrenunciable festejo a la vida, esa canción familiar en su nostalgia más sagrada: “camino de mis amores”, extensión del paisaje humano. Yo también soy un laberinto Octavio, a veces nadie que está presente, el misterio, las máscaras, tu poesía, este tiempo, que celebra todavía.
GAPFER.
11/09/2013.