BENEVOLENTES REACCIONES
BENEVOLENTES REACCIONES.
Fernando Galeana Padilla
Conmovidos al despertar con la nota en todos los medios que, las grandes corporaciones invertirían su capital para combatir la pobreza
La muchedumbre abarrotó los bancos, las tiendas comerciales, y cada negocio registrado en la ola de buenas acciones versus miseria.
Cánticos de todo tipo se escuchaban por las calles, fue un carnaval donde la esperanza se contagiaba.
Los ancianos no tenían que hacer fila, la institución de estadística en coordinación con el instituto electoral y para la atención del adulto mayor, los atendían a domicilio.
El típico país de las maravillas no se distinguía en la realidad de ninguna parte, pero aquí se leía a cualquier hora.
Era una estampa de la octava transformación, los incrédulos que antes en un momento de la historia se les llamó conservadores, ahora eran protagonistas de ensueño.
El derecho a ser feliz y llevar una vida próspera se consumaba, las casas de cartón quedaron en la prehistoria de una melodía contestataria.
Este contexto nada tenía que ver con la irrupción al primer mundo que se hizo en 1994, aquí todo era la dinámica de benevolentes reacciones.
Las calles se veían limpias, los jóvenes acudían a las mejores escuelas, la inseguridad quedó en la narrativa de pasados fantásticos.
En el semáforo que se colocó para medir la desigualdad y la injusticia se iluminaba en el color amarillo, los peores momentos habían pasado, el verde ya empezaba a parpadear.