VIVIR Y SEGUIR SOÑANDO
Vivir y seguir soñando. (¡Mexicanos de todos los países uníos!)
Por Fernando Galeana Padilla.
Serenidad, hamaca en movimiento, los dos disfrutándonos,
un silencio revocado en las paredes, sobria habitación de una mañana dócil.
El portón se abrió con los perros por delante, uno saltó abrazándome, recargó su cuerpo y su cabeza, lo acaricié, entraron esas voces que amas, las únicas concedidas para romper el descanso.
Ella, la mayor de los cuatro, habló de sus lecturas, escuché atento mientras el más pequeño subió, me abrazó, se acomodó entre los cuerpos paternos, vi sus grandes ojos emocionados, una maravillosa escena con un audio espectacular.
La lista de lecturas crecían en la numeralia y la admiración por cada título, que ni imaginado creería hubiera leído, obras de grandeza literaria.
Tanta felicidad en un instante, el ideal de una familiar mañana de convivencia. Era el Día del trabajo, la radio encendió en automático el bombardeo noticioso acostumbrado, no había pizca de una crítica sana, valiente, abierta a debate, tenían la sartén por el mango, guisaban fritangas.
La hora alcanzaba para ir al “desfile”, llevar las pancartas para no olvidar la existencia y la exigencia, la noción de ciudadanía, la indignación, ese espacio que aunque pequeño queda para ejercer opinión, presionar ante la insoportable opacidad de Cirios y Troyanos.
Avanzo en esta marcha desordenada, llena de rabia y desahogo, una aventura que tiene más que ver con sacudirse la amenaza constante de ser víctima o victimario.
Pasan los helicópteros midiendo los contingentes, el ambiente es tenso, lleno de adrenalina, a mi lado las compañeras gritando esas consignas repetidas, los compañeros alzan los puños, parecemos dispuestos a transformar este país.
Nos aferramos a ciertos símbolos que van perdiendo resonancia, la muerte eligió servirle a los gobiernos, a los caciques, empresarios corruptos, a organizaciones crimínales y líderes sin escrúpulos.
La gente sigue marchando, se ven todos juntos como fumarolas del Popocatépetl, qué dirá el semáforo, cuál es su lectura, la maza no es otra cosa que un sinfín de gentes desorganizadas, sumidas en la cotidianidad de la indefensión en que se gobierna y se legisla.
Somos como peces saltando para escapar de un maldito silencio, la psiquiatría tendrá su propio diagnóstico, parece que sumamos las individuales locuras y las dispersamos hasta los rincones inimaginables.
No caeremos en la tentación de que todo pasado fue mejor, porque ahí se engendró este monstruo que a diario surgen mil cabezas.
Marchar nos hace tan bien, nos hace pensar, ideamos soluciones, proponemos, reflexionamos, respiramos posibilidades.
Habrá de continuar sumando inteligencias, formar grupos por las redes que interactuén con sus filtros para no ceder a desatinos e infortunios, para no ser víctimas de cadenitas y emoticones.
¿Habrá que seguir aprendiendo a empoderar nuestros sueños o a luchar con todo e ignorancia?
¿Será finalmente un día más que pasará por los periódicos con espectaculares fotos, escenas de un pueblo que sigue dando patadas de ahogado?
Agrega tus preguntas, aporta las estrategias. ¡Que nos alcance la vida para encerrar al monstruo! ¡Que lo que queda nos permita vivir y seguir soñando!
- Mayo 1 de 2018.