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DECIR TRISTEZA

DECIR TRISTEZA
Por Fernando Galeana Padilla.
Decir tristeza no vale,
se silencia tal hecho por sí sólo,
a quién importará la tragedia que se vive,
en el espacio más sencillo.
Lloran los árboles, las flores, el colibrí,
los grillos, las iguanas verdes, las luciérnagas,
los perros, los gatos, los ratones.
Llora el mundo animal, completamente cansado
de una invasión humana, insensible.
Las hormigas y todos los insectos lloran
en esas casas donde el paisaje era un paraíso.
Decir que la tristeza pasará no ayuda en mucho,
ni consuela al observar cansado,
el peso de la vida es la gravedad que inmoviliza.
Hasta dónde habrá oasis llenos de lágrimas
donde pueda bañarme libremente, todos pueden ver
sonrisas y sonríen: Las lágrimas difícilmente se reparten.
Decir motivos de tristeza genera enojo,
contar la estupidez humana.
Pesa la comodidad cómplice,
aunque llore en este momento.
Añoro, los caminos llenos de animales saludando,
las libélulas, que ahora aparecen en macetas y en los autos.
Flotan recuerdos entre lágrimas, lloran su partida,
lloran de tan lejos, lloran atorados en la memoria terca que no los deja.
Es tan cómoda mi tristeza que no deja verse,
es cobarde, se esconde, llora sola, se encierra,
se tapa con todas las sábanas blancas.
Se acaricia y se estruja, se enloquece,
se muerde y se arranca los cabellos,
se duerme, se levanta, se cansa.
Llora, llora, llora, se coloca en posición fetal,
recordando su origen, todos los elementos asisten,
son testigos, el agua fluye.
La oscuridad se convierte en su refugio,
alguna luz de velas o sol, sólo filtrada se acerca,
se acompañan, se acepta.
Las horas no se miden, se las lleva el carajo,
se tiran uno a uno los discursos viejos, los recuerdos,
las satisfacciones, los besos empolvados.
Hay una eternidad que te adelgaza el ánimo,
te va matando, en cada lágrima que brota.
La tristeza se cansa un buen día, te abandona,
lloras con los ojos secos, hinchados de tantos golpes,
el dolor del cuerpo persiste, pero se siente libre.
Es cuando el tiempo regresa del carajo,
te presiona, desata tu abrazo, te violenta,
enfrenta la víbora de mil ojos que se come al elefante.
Las sábanas apestan, perdieron la ternura, se avientan,
son los grises recuerdos que ya hartaron recordarse,
agradeces su servicio en la desnuda sensación que te percibe.
Te vistes, colocas cada parte del rompecabezas,
recurres nuevamente al agua,
el sonido sigue llenando esos vacíos, relaja,
te secas la piel, el cabello, quisieras secar las huellas,
revivir las plantas que lloraron tu ausencia,
que murieron tristes, sedientas.
Mudas la ropa, tantas veces sin verte en el espejo,
ya reflejas en ese entorno cerca, el débil ánimo,
resistes, vuelves al sillón, la cama, la hamaca,
el sofá, cada rincón vacío es tu vacío.
Recuerdas los recordados recuerdos de tortura,
lo incomprensible, las preguntas que flotan, que se eternizan,
los espacios llenos y tu vacío que toma forma.
Después de las preguntas cotidianas,
coincide una sonrisa única, respira diferente,
mira desde arriba, flota, se mantiene independiente,
tan viva como la tristeza.
Esperar no es suficiente,
cuando abres la ventana el lenguaje del cuerpo,
del rostro, la voz del dolor, la queja, aprender a abrazarse,
a enderezarse, a caminar erguido: ves que las nubes cargan,
descargan y en ese paso de una lluvia florece el campo.

Enero 29 de 2016

Dicen que de poeta y loco tenemos un poco, yo animado en mi locura, gusto de escribir desde hace algún tiempo. Ahora mismo comparto contigo en este espacio que nos junta con el mundo, la amorosa reflexión en esta obra sencilla, en la que encontrarás la profundidad de un corazón latiendo en la creativa escritura que emana como sonrisas festivas. Te agradezco por visitar las veces que desees esta boya que indica algo en el océano inmenso de las letras, como la cercanía a un Puerto de poetas donde las palabras son las olas que llegan refrescando el alma. Yo soy a lo corto y a la distancia solo un puente entre el corazón y el pensamiento que hacen de el espíritu creativo la oportunidad para liberar al ser humano e integrarse plenamente. Te abrazo fuertemente por ser ese buscador que encuentra y llega tocando con los brazos abiertos de su inquietud humana. GAPFER.