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ANTROPÓFAGO

Antropófago.
Fernando Galeana Padilla.

Yo me comí al hombre feo, a la mujer fea, la frase llegó del pensamiento, del miedo, era un rostro de carbón igual el cuerpo.

Me horrorizó saberme antropófago, quise enmendar la dieta bárbara, quitarme la zozobra de caer en la maldad de los prejuicios.

Establecer una relación de confinamiento con mi ser hambriento, impedir que el míster hyde se comiera al doctor Jekyll.

Ignorar semejante drama me haría cómplice de la ignominia de mis actos, saldría lastimado en cualquier momento.

Tuve que actuar con recelo, una caución que abarcó la clave de la liberación profunda, subí con la determinación de encarar los cielos, de pedir ayuda.

En ese instante se aplacó el sonido de una angustia constante, tiró las carnes que no eran mías, se deslavó el barro quedando el espíritu o algo que pensé era eso.

Rodaron gramos de tierra que al llegar al suelo subían y se colocaban para hacerme de nuevo, me vestían como piel de un color sin color, de una forma sin forma, pero sabiendo que era yo integrándose.

Así pasó una eternidad para hacerme consciente, volví a las calles en ese mundo donde seguían los gritos, la violencia, el dolor, la estupidez, el desasosiego.

 

Dicen que de poeta y loco tenemos un poco, yo animado en mi locura, gusto de escribir desde hace algún tiempo. Ahora mismo comparto contigo en este espacio que nos junta con el mundo, la amorosa reflexión en esta obra sencilla, en la que encontrarás la profundidad de un corazón latiendo en la creativa escritura que emana como sonrisas festivas. Te agradezco por visitar las veces que desees esta boya que indica algo en el océano inmenso de las letras, como la cercanía a un Puerto de poetas donde las palabras son las olas que llegan refrescando el alma. Yo soy a lo corto y a la distancia solo un puente entre el corazón y el pensamiento que hacen de el espíritu creativo la oportunidad para liberar al ser humano e integrarse plenamente. Te abrazo fuertemente por ser ese buscador que encuentra y llega tocando con los brazos abiertos de su inquietud humana. GAPFER.