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PARA SEGUIR JUNTOS

Para seguir juntos.

Fernando Galeana Padilla.

Ahora juego contigo, corro y corres, me alcanzas, reímos, nos volvemos respiración, observamos, alrededor está nuestro planeta, lo exploramos, cada día se va llenando.

Vivimos en su lado sur, a veces somos norte, nos gusta  cambiar el paisaje, ponemos el sol de aquel lado y alzamos un poquitito las nubes, soplamos fuerte.

Juntamos lo necesario y la magia de los copos de nieve caen haciendo una música perfecta, nos abrigamos, esta sonrisa helada nos delata en el ambiente de pinos y regalos.

Nos quitamos los abrigos y entramos a los almacenes, ahí todo mundo se saluda, ahí crecemos, somos la humanidad propositiva, nos llevamos parte de esas cosas que nos danzan la alegría.

Un Santa Claus borracho nos detiene afuera, pide algo para seguir sus causas etílicas, le apoyamos y abrazamos para tomar una foto bizarra que nos deje aprendizaje.

Guardamos los regalos para ese momento en que se reparten  deshaciendo temores congelados.

Regresamos a la nieve, tiramos bolas que ayuden a afinar el tino al faltar esas piñatas coloridas. Un juego cambia para seguir juntos y desafiar al tiempo.

Nos aventamos para resbalar hasta donde lleguemos, quedamos cerca, ahora nos vamos quitando la ropa, colocamos el sol en otra posición: las calles forman arroyuelos, pareciera que la fecha es distinta por las características del clima.

Bajamos por el Farallón, sudamos, al voltear se ven las Bellas Cumbres, ese paisaje de cerros y casitas iluminadas que adorna una antena llena de luces de temporada, es el modo recurrente que nos acomoda. Aquí un paréntesis: un chico alto camina, es una meditación dinámica lo que hace estoy seguro, va en su naturalidad de pensamiento dominado, siendo él sin nubes, prácticamente flotando, sin cargas de tiempo, nada en su espalda, desnudo, sonrisa de dibujo en pleno rostro, brazos de juventud libre, pasa como detalle surrealista y así desaparece.

Ya casi llegamos, atravesamos avenida costera, damos vueltas de glorieta, la Diana cazadora apunta con una flecha invisible, sugiere completar un ciclo, esa flecha lanzada es el símbolo, alcanza nuestros rituales inventados.

Por la playa, sentados miramos la bahía, oímos sus olas, colocamos una luna llena, seguimos la canción que se escucha en todos lados.

Un duende costeño con su gorrita roja alusiva a las fiestas nos llama, nos invita y nos vamos en recorrido por el mar de este maravilloso puerto, donde imaginamos tu compañía.

 

 

Dicen que de poeta y loco tenemos un poco, yo animado en mi locura, gusto de escribir desde hace algún tiempo. Ahora mismo comparto contigo en este espacio que nos junta con el mundo, la amorosa reflexión en esta obra sencilla, en la que encontrarás la profundidad de un corazón latiendo en la creativa escritura que emana como sonrisas festivas. Te agradezco por visitar las veces que desees esta boya que indica algo en el océano inmenso de las letras, como la cercanía a un Puerto de poetas donde las palabras son las olas que llegan refrescando el alma. Yo soy a lo corto y a la distancia solo un puente entre el corazón y el pensamiento que hacen de el espíritu creativo la oportunidad para liberar al ser humano e integrarse plenamente. Te abrazo fuertemente por ser ese buscador que encuentra y llega tocando con los brazos abiertos de su inquietud humana. GAPFER.