Mi tristeza no refiere hojas caídas
Por Fernando Galeana Padilla.
Un mes más tarde llegaste otoño,
con esas hojas que siempre pintan
secas las historias pasaderas
Sería la distracción que alude a veces una imaginación constante cayendo de los árboles,
de las nubes, de las pupilas abiertas o entrecerradas que al
bostezar dejan salir.
Muelo en el caminar la hojarasca de la imagen tradicional
cuando te haces presente. Te esperé puntual y no llegaste.
Levanté la sensación frustrada con la fuerza de un viento inventado,
en las frases encapsuladas que he blindado,
por los buitres que disfrutan consumir olvidos.
Creo que nunca te había esperado, no recuerdo que razón tuve para hacerlo.
Es el tiempo un tema caprichoso, disculpa por insistir, yo lo lamento.
¿Por qué razones te esperaba? Debo disculparme nuevamente,
porque sí recuerdo que te esperaba y sobretodo siento más, recordar que no llegaste.
No voy a cuestionar qué pasó, solamente surge como una sensación de abandono,
de cierto olvido, de queja saludable, de hacerse presente, una emoción triste,
comprometida
con la idea de solitud y sentir tus hojas,
oírte en ese viento acompañado.
Ahora que quitaron las bancas del camino,
cortaron los árboles, llegó el internet,
parece ser que no tendré manera de esperarte nuevamente.
Me está alimentando un mundo virtual,
tengo, veo, siento miles de hojas caer de la nada,
todas sonriendo, hay una tristeza en la pantalla felizmente consumiéndonos.
Ya el tiempo es la eternidad soñada,
cada frase que me excita la coloco en un muro donde:
Se resaltan los descubrimientos y los comparto a millones de usuarios potenciales que podrían leerme,
esos que también escriben, circulando las fotos o videos, pensando lo mismo.
No importa la presunta inteligencia que me abandona sin saber que decir
¿Por qué siento nostalgia cuando llegas?
¡No sé si tú me entiendes o yo hablo como loco como si comprendieras!
Has llegado un mes tarde y mi tristeza no refiere hojas caídas.
Integro todas mis estructuras deseando expresar claramente lo que siento,
pude haberme quejado, criticar a todos sin exclusión,
correr con la velocidad de las justificaciones, desentenderme.
Aquí estás, has llegado, la temperatura me padece con esta gripa que suele
acomodarse entre sus brazos de viento frío,
llevo una hora caminando y el atardecer hizo olvidarme del móvil.
Lo extravié a propósito en ese árbol dónde empezó todo,
donde por primera vez saboreé sus besos,
hace unos años cuándo solías llegar a tiempo y ella estaba ahí,
con las hojas cubriendo su cabellera y a mí sus entrañables poemas.