HOY COMÍ SIN TI
Hoy comí sin ti,
te disfruté en la sopa,
te degusté en guisado,
saboreé tu postre.
Cada bocado percibía tu ausencia,
la sonrisa de la pasta me afectaba,
me abrazaba, recordaba una fragancia
a nuestras tardes juntos.
Pausé los bocados,
quise encerrar el tiempo
en los sabores reteniéndote,
el agua de moras, jamaica,
romero y chia, bebí como tus besos.
No puse música alguna y
sin embargo me cantabas,
la atmósfera melodiosa
entonó suspiros, los cubiertos bailaban.
Todo supo bien,
escandalosamente,
eres sabor de vida que hace falta,
contigo ausente la mente se entromete.
Cada detalle dispuesto amorosamente,
comete la misma
indiscreción de recordarte,
los horarios son las nuevas fronteras inhumanas.
Tú en la rutina laboral y yo en la mía,
no sé si las tecnologías
comunican más tu ausencia
y me consuela un dejo de locura al esperarte.
Estando juntos el tiempo es un tesoro,
la modernidad en la sobrevivencia
no se acostumbra a extrañarte.
Cuando estás ausente,
más tiempo estamos virtualmente,
los muros naturales y
artificiales nos encierran aparte.
Común es sorprenderme hablándote,
compartiendo algo, agradeciéndote,
la gente te busca al mirarme acompañado
en nuestra conversación solo.
Un deseo como los de adolescentes
es que pase volando el tiempo,
no la salud, así jubilados,
caminaremos juntos de por vida,
con la jovialidad hoy desgastada
en labores de rutinas.
Al convivir somos personajes de película,
en tan poco tiempo pasa todo,
al terminar quedamos como el público,
con ganas de ver otra nuevamente.