Más allá de tantos muros.
Más allá de tantos muros.
Por Fernando Galeana Padilla.
No podría dejar de escribir,
aunque un ciclón de humo lacrimógeno
devorara todas las posibilidades,
cierro un poco esta realidad para trazar
otras líneas que superan los obstáculos,
la racionalidad frecuentemente esconde algunos.
No podría vivir sin la lectura de esos poemas
que me visten de un aura inconmensurable,
esas voces que despiertan los momentos taciturnos,
esas que, se vuelven también el equilibrio, la osadía,
los cojones para enfrentarse y enfrentar todo.
Vaya un abrazo a los poetas, a las poetisas,
a su obra que continúa dando oxígeno al planeta,
son tantos que la vida no es suficiente para leerlo todo,
me consuela poder hacerlo con lo que encuentro,
la nueva y vieja poesía que nombro así,
por el tiempo en que se escribió,
pues la obra mantiene su vigencia generosamente.
Me llevo un libro siempre que no olvido la tarea,
me da mayor seguridad que el móvil,
en ese sentido sí, es un viejo hábito.
He escuchado de gente que colecciona frases,
es una moda cada vez más chocante,
comprensible en estos tiempos en que de pronto no nos soportamos.
Yo no las colecciono exactamente pero no prescindo de ellas,
tampoco las busco, llegan cuando encuentro los silencios que me salvan.
Acostumbrado a evitar desastres,
me va la vida entre una que otra página,
unas veces creando y otras leyendo,
así me significa la existencia.
No podría esperar algo más extraordinario,
transitar sin las fronteras, por donde la libertad habita,
por donde vive el sueño y escuchar ese canto al arribar intencionadamente.
Es el océano donde nadan tantas lenguas,
las palabras que pueden conjugarse infinitamente,
donde todo eso va a llegar al puerto construido.
No soy una isla, tampoco un motivado pescador,
soy como tú, curioso, desenfadado, migrante,
alguien que asume caminar por cualquier parte del planeta
por el simple hecho de ser humano y mantener viva su capacidad de asombro.
Hay cualidades que admiro de tantas personas,
sonrío en este instante porque se siente esa belleza del optimismo ingenuo,
que etiquetan otros de cursilería.
La ocasión amerita para agradecer a quienes
corresponde por esas acciones convertidas en afectos.
Sopesar las ideas, el peso y el paso por la vida
equivale si me lo permiten a incentivar los lazos que nos unen,
a mantener la cercanía, a darnos el espacio intermitente que se requiere.
No podría ser feliz sin tu alegría,
sin que tuviéramos oportunidades,
sin esas palabras que nos hacen disentir amablemente.
Si puedo, si podemos entendernos mutuamente
a pesar de que aún limita el paso,
una visión degradante que ambiciona detenernos,
derribaremos cualquier muro.
Noviembre 25 de 2018.
Para tus oídos…