SI NO FUERA POR EL COLCHÓN CÓMODO
Si no fuera por el colchón cómodo.
Fernando Galeana Padilla.
Por la suma de tus dedos te acomodas en la indiscreción de hablar solo, dar recuento a maravillosos recuerdos que te hacen despejar las ausencias dolorosas.
Mantenerse en esa aritmética añeja donde todo era memoria, práctica, infinitas cosas simples, reflejos de una época sabor a medicina;
Que feo es vivir en el pasado, donde se piensa que existió la felicidad y se hizo vieja, tan vieja que no ve ni siente el presente.
Si no fuera por el colchón cómodo, la mecedora, las atenciones pagadas, te sería más difícil esperarla;
Con la vista agotada lees con dificultades, no eres de esos que van a lo seguro leyendo libros sagrados, prefieres los clásicos, una y otra vez.
Sentir el aire siempre da la sensación de una caricia, alguna Diosa que se apiada, aun cuando no seas beato.
Hueles ese aroma filtrando el humo urbano para encontrar las hojas de los árboles, en esa fricción con brisa, chocando el rostro dispuesto a conversar.
Envuelto en tus palabras te encuentras, peinando esos recuerdos que entrelazan tus dedos, amanece.
El Sol hace una curva, vuelve alcanzarte al día siguiente, igual que todos, cuando la rutina despierta en un presente insípido.
Al llegar ella, tú pareces no estar listo, te comprende, da tiempo a despedirte, no alcanzas la curvatura completa.
Das un suspiro de alivio, ella te toma el brazo, tu energía cambia, vas por un camino en que renace tu asombro.