LOS VUELOS SE DETIENEN
Los vuelos se detienen.
Fernando Galeana Padilla.
Hoy es para ti este escrito que no se entendería sin el contexto en que sucede, los vuelos se detienen, se atrasan, nos dejan varados. Recibo la información cansado de estar sentado, por horas la espera nos desespera, la gente camina en varios sentidos, el lugar es un hormiguero. Hay un frío artificial calando los huesos, la mirada de la gente es desenfocada, pocos son los que se notan entusiasmados, yo veo más mujeres jóvenes que hombres, nos estamos haciendo viejos, uno de ellos juega con su pastillero, le da un sorbo a su botella de agua, usa un traje elegante y se queja con el de al lado que soy yo sobre estos sufrimientos de la posmodernidad.
Conversamos de varios temas para ir desintoxicándonos del ambiente y la impaciencia, nos sacudimos polvos de aburrido momento riendo de las anécdotas contadas, él se fue primero, iba solo, regresaba a Ítaca, a Macondo, a ese lugar de sus sueños profundos. Nos dimos un abrazo muy apretado, ya no habló más que el silencio, nos miramos para eternizarnos en la memoria que aún quedaba; mi vuelo estaba listo en el momento que corrían los protocolos para atender a un usuario infartado, al pasar cerca lo vi, era él, mantuvo la vista perdida, escondida en el sentir del final. Yo sentí un dolor diferente también en el corazón, subí al avión desconsolado, con una tristeza mayor que viajar por negocios.