OTRO DÍA
Otro día.
Fernando Galeana Padilla.
Estoy mandando un mensaje a penas escribiendo, salen ideas traviesas, combinan las letras de mi sopa, se vuelven las alas agitadas de este viento invernal.
Desde las alturas se ve pequeño el mundo, prefiero sentirlo, combinar las sensaciones con imágenes, oír la música de los labios frescos coreando el estribillo: din, don, dan, bien entonado.
Me mantengo por los ideales, unos muy antiguos que aún no acabo de comprender y por eso habitan escalando mi memoria.
Se ve un planeta sobrecalentado, no en la parte de realidad trágica del medio ambiente, sino en la tragedia misma de evitar desaprender a estas alturas.
Ya di más de tres vueltas y no sale como quisiera decir eso que importa, un optimismo quiere resucitar, impugna varias veces cuando escribo mundos de moda, distópicos.
Todo se ve rojo, muy rojo y no es la vuelta del comunismo que en realidad nunca hubo más que el primitivo.
Se ven luces que encienden y apagan, se ven personas como hormiguitas desfilando con su carga de compras y compras, con la acumulación para espantar la miseria y las malas energías.
Las terminales se inundan de la gente huyendo de sus lugares de origen, buscando paraísos, espacio, salud y vida.
Repaso las líneas que llevo y las borro, se me escapa el mundo nuevamente, pierdo la fe, un retrato se posa en una nube y se parece a las cosas que antes he tirado.
Mantengo cierta calma para no precipitarme al vacío, saco fuerzas de los brazos, del espíritu que aún sostiene frágil forma, arranco otra hoja y recuerdo a los árboles, juego a la existencia que empieza a tener consecuencias.
Cierro los ojos, otra manera de mirar asombrosa, el viento ayuda con su canto sin prejuicios, me acepta y sigue sosteniendo el vuelo, genera esperanza, aterrizo, me quedo con el ejercicio, otro día escribiré de esta experiencia.