TODOS SABEN LA VERSIÓN DEL ÁGUILA
Todos saben la versión del águila.
Fernando Galeana Padilla.
Yo no advertí cuando empezó la lluvia, soy agua y tierra, me cambió la vida al recibir sus garras, ahí conocí el aire quemante, era el fuego.
Cuando te atrapa el ocaso hay unos segundos antes que te susurra algo, un código de transformación profunda.
En el mundo salvaje no hay esos miedos urbanos, ni sus comodidades, la vida y la muerte son un círculo, una frecuencia.
Yo sentí volar, ahí comprendí un poco eso de los dragones y la serpiente emplumada. La lengua capta otras sustancias en pleno vuelo además del dolor corpóreo.
Hablé sí, confieso que supliqué, no tiene nada malo reconocer debilidad frente a circunstancia lamentable. El águila nunca contestó.
No dijo nada con palabras y no lo culpo, qué objeto tenía contestarme, sí escuchó, lo supe al sentir su fuerza cercar mí cabeza.
Eso precipitó cambiar el rumbo, iba en picada, presentía el desastre, una muerte terrible, no, no morí de esa forma el vuelo se compuso.
Ya en tierra sobre un nopal, nos convertimos en símbolo sagrado, todos saben la versión del águila, yo soy la serpiente que agoniza.
Yo soy la serpiente que espanta, la que envenena, la que mata, la plaga, la de la mala suerte, el demonio, el pecado.
¿Y el águila qué ha hecho? ¿Qué méritos tiene? El águila dejó los aires se quedó en la tierra, igual de maldito, con mi veneno, para ejercer el poder desde una silla.