UNA TASA DE VIDA
Simples cosas ocurren, pasan cotidianas como nubes enmarañadas, como polvo de sala.
Las frescas flores se guardan en jarrones a la vista, marchitas se desechan, se encierran envueltas en basura.
¿Cuándo descubrí la vejez conscientemente? El caminar aun no es lento, cierto que no corro, ando, ando a mi paso.
Los huesos, si, me duelen mucho, eso me indicó algo el primer día, tambien el pensamiento se expresa distinto, las acciones, los gestos.
Lo único que aún me queda, es la sonrisa, gozo tercamente este tiempo, los dientes, esos verdaderos, dejaron mi boca.
Ya no beso con frecuencia, ni abrazo, ni saludo, sonrío con una dentadura perfecta que surge inmensa, generosa y parece falsa.
Cuando se es viejo consciente, te perdonas, a nadie le faltas, ni a tu gato. Son ochenta, noventa, cien los años y después sigues viejo.
Ser anciano y lamentarse es maldición, como juntar todos los mitos y prejuicios en un vaso desechable, la sociedad urde un plan sádico.
La vejez se contagia cuando la depresión expande tu universo. Yo creí ser viejo, pero me doy cuenta ahora que ya no me duelen los huesos, sólo faltan algunos dientes, tengo unas cuantas arrugas, piel manchada, patas de gallo, algo de canas.
Yo no soy viejo, porque si lo fuera estaría jubilado, cuidando nietos, haciéndome gracioso, viendo tele, mirando a la calle, sentado.
Si fuera viejo me sentiría orgulloso, no del pasado de juventud o edad madura, del reciente, del ritmo de mis horas inciertas, de bailar con el misterio.
He venido diciendo que sigo vivo, aunque no me veas, aunque no te importe, aunque así sea.
Hay un hilo que alcanza para la costura del traje, la ultima hebra también cuenta, se integra.
Soy un hilo que llega pleno al corte de los días que hicieron este modelo.
Hilo que hilvana al ser humano de alegría, vivo como soy y soy como vivo, soy las etapas juntas de la vida comprimidas en un cuerpo y muchas mentes.
Soy ese que tu saludas de compromiso por la calle, el que ves sentado en las bancas esperando a nadie, el que junta latas y basura y pide pan o coperacha.
Si me reconoces, no te apenes, la vida es hermosa aún con gripe o sin ella. Cuando ya no baile, ni cante, entonces seré prudente, para no sentir que se acabó mi tiempo.
De cualquier manera la tierra es un ejemplo, danza a un ritmo acelerado y no se siente, a su edad no pierde el estilo, se mantiene estoicamente.
El mundo va conmigo construyéndose, miles de entornos ofrecen sus paisajes, observamos y apreciamos la comodidad del paraíso.
Corta o larga la linea del tiempo se adorna con detalles destacando relevancias personales. El significado de saberse vivo.
La mentalidad varía con los años, si, más la esencia no cambia, vamos reconociendo el rostro en su transformado recorrido en el espejo con los otros.
Ejemplo de retos manifiestos son los juegos que aún me quedan, no he perdido nada, ni me quejo, la olla esta para que hierva bien el agua.
Quiero aclarar que si lamento algo, los que abordaron antes una ruta sin retorno en su jovial experiencia, la ausencia de amigos, familiares que partieron.
Huérfano de abrazos se descubre uno con la soledad sentado en una banca, viendo como la prisa se desborda repleta de transeúntes.
Aprendo poco pero aprendo, eso no acaba hasta que no hay más remedio, es signo de despegue.
Falta poco quizás, ahora estoy tranquilo en la sala de espera, sin desesperarme, tomándome una tasa de vida, saboreando lo que queda.
Fernando Galeana Padilla.
11/Diciembre/2014.